Leyendo noticias para hacer la entrada de ayer, me encontré esta carta que escribió Pepe Alvarez de las Asturias el 24 de marzo de 2010 en ElSemanalDigital.com a la hija de Otegi. La quiero recuperar porque creo que viene muy bien para todos aquellos que piensen que Otegui es un embajador de la paz. Aquí demuestra realmente lo que hizo este individuo, donde militó y el sufrimiento que ha hecho su banda de asesinos a tantas y tantas personas que en ningún momento pensamos que pasariamos por esto.
Por aquella época, el Otegui pidió un permiso extraordinario para poder ver a su hija y yo le hice una entrada ( http://anchama.blogspot.com.es/2010/03/otegi-y-su-hija.html ). Os la dejo por si queréis leerla también.
Ignoro tu nombre, no sé si te llamas Leire, Goiatz, Iratxe, Loiola, Aintza o simplemente Itziar. Así que te llamaré hija de Otegui,
que supongo a ti no te resultará ofensivo. Sé que estás pasando malos
momentos por tener a tu padre en la cárcel y que incluso estás
recibiendo apoyo psicológico, según dicen. A los 14 años, en plena
adolescencia, debe ser doblemente duro. Leo también que tu madre y tu
abuelo paterno están delicados de salud. ¡Vaya por Dios! Parece que la
mala suerte se ha cebado con tu familia.
Tal vez sea verdad lo de tus secuelas psicológicas. O tal vez no. Tal vez sea una coincidencia que uno de los hijos de tito Joseba (Permach) se encuentre también en tratamiento en el mismo hospital por la misma razón. O tal vez no. Permítenos que dudemos, hija de Otegui,
porque después de tantos años entrando y saliendo de la cárcel,
entrando y saliendo de Francia y entrando y saliendo de ETA, que te den
las secuelas psicológicas justo en este momento, cuando se prepara la
ofensiva política de tu aita y su cuadrilla para (re)negociar
la resolución del conflicto y estar en las próximas elecciones (de ahí
la necesidad de salir del trullo), pues se me antoja cuando menos
sospechoso. Presunto, digamos.
Pero mira, voy a creerme tus secuelas. Echas de menos a tu aita y la amatxo
está malita. Afortunada tú. Porque yo conozco mucha gente que echa de
menos a su padre y sólo le queda la posibilidad de llevarle flores a su
tumba. Y conozco a muchas madres que llevan años sin dormir, con fuertes
depresiones o síndromes postraumáticos severos; y que cuando duermen,
lo que ven son los restos de sus hijos desperdigados por un parking tras
una explosión asesina. Y conozco niñas que a tu edad quedaron
salvajemente mutiladas para siempre, sin piernas o sin brazos o sin ojos
o, simplemente, sin ganas de vivir (eso sí que son secuelas, ¿verdad?).
Y otros niños más pequeños que tú que vieron morir a sus padres a
tiros, delante de sus inocentes ojos (eso trauma mucho, te lo aseguro). Y
otros muchos que han quedado huérfanos, o que han desarrollado
enfermedades psicológicas y físicas, o que han perdido a sus amigos del
colegio o a sus hermanos o a sus abuelos. Todos ellos echan de menos a
sus seres queridos y a esa parte de su infancia o adolescencia que murió
con ellos.
Y de todos esos traumas y secuelas, hija de Otegui, es responsable tu padre. El que está en la cárcel. El que tanto echas de menos.
Yo
no sé qué te han contado en casa. Ni qué has aprendido en la ikastola.
No sé si practicas el mismo odio visceral y rabioso que tu padre hacia
los que no piensan como él. No te conozco. A lo mejor le has rogado, con
llanto en los ojos, que deje de ser parte de la serpiente. O tal vez
pienses, como otros, que es un hombre de paz. Pero me inclino a pensar
que no sabes quién es realmente tu padre. Ni qué es. Pues yo te lo voy a
contar.
Tu padre es un asesino. Tú aún no habías nacido cuando
le llamaban "el Gordo" y militaba en ETA político militar. A los 20 años
ya era el encargado de vigilar a los empresarios vascos secuestrables (Lipperheide, Olarra,
nombres que no te sonarán). Cuando ETA-pm se autodisolvió, integró con
otros "polimilis" el grupo "miliki" que acabó por incorporarse a la ETA
actual. Tu padre fue juzgado por el secuestro de Javier Rupérez
y absuelto por falta de pruebas (la víctima no pudo identificar a los
secuestradores porque iban encapuchados). En cambio sí fue condenado por
el secuestro en 1978 del empresario Luis Abaitua, al que ocultó en una cueva de su pueblo, Elgoibar. Un año después, integrado en el comando "Kalimotxo", junto a José María Estolaza, Luis Alcorta y demás gudaris, trató de secuestrar al político Gabriel Cisneros
(uno de los padres de la Constitución), quien recibió un tiro en la
espalda al intentar huir, resultando herido de gravedad en el estómago y
en la pierna izquierda, y provocándole secuelas (secuelas, hija de Otegui) que perduraron hasta su muerte, en 2007. En el juicio, celebrado en 1990, uno de los secuestradores (Marhuenda)
inculpó a tu padre y a los demás, pero aún así se libraron de la
cárcel. En cambio sí fue condenado a 6 años por el secuestro de Abaitua, de los que cumplió sólo la mitad. Un chollo, ¿no crees?
Tu
padre siempre ha sido parte de ETA. Siempre ha seguido las directrices
de ETA. Cuando era militante activo y cuando se pasó a la política
(aprovechando el encarcelamiento de la Mesa Nacional de Batasuna, en
1997). Cuando pactó con el PNV, EA y demás abertzales en Lizarra para
salvar a una moribunda ETA del linchamiento social, tras el asesinato de
Miguel Ángel Blanco, y cuando negoció con Zapatero
la resolución del conflicto en el falso proceso de paz. Y también cada
vez que enaltece a un compañero gudari y cada vez que escupe las
soflamas de ETA, en Gara o en Anoeta. Tu padre ha sido,
es y será una parte importante de la serpiente etarra. Y como tal es
responsable de todos y cada uno de sus crímenes desde que se integró en
ETA, allá por 1977, mucho antes de que tú nacieras.
Sí, hija de Otegui,
tu padre está en su derecho de pedir su libertad para que tú no sufras,
como ha hecho sufrir él a cientos de niñas de tu edad. La diferencia es
que tu padre eligió ser un terrorista y sus víctimas no. Y que sepamos,
aún no se ha arrepentido de serlo. Por eso, nosotros estamos en nuestro
derecho a pedir que cumpla su condena hasta el último segundo. Aunque
sea un pobre consuelo por todas las vidas que ha roto; por todas las
secuelas que ha dejado a su paso. Y por todas las que dejará.
Y
para terminar, sólo quería hacerte una pregunta que me inquieta.
¿Realmente te provoca secuelas psicológicas el hecho de que tu padre
esté en la cárcel durante unos meses y no el hecho de que sea un asesino
terrorista desde hace años?