Este fin de semana he estado de funeral. Se ha muerto una persona muy importante para mi, y aunque no era de mi familia porque no llevabamos la misma sangre, yo sentía que sí lo era, pues cuando nací me estuvo dando el pecho, por eso ella siempre ha sido mi madre de leche.
En menos de 24 horas he hecho más de 800 kms y he dormido menos de tres horas, pero es lo mínimo que podía en esos momentos. Cuando quieres a las personas, todo sacrificio es poco. Y aunque me hubiese gustado ir a verla cuando me dijeron que ya era inminente el final, no lo hice, pues no quería hacerle daño, yendo allí y confirmándole con mi presencia que iba a despedirme.
Asi y todo, he podido ir a despedirme de ella. Que Dios la tenga en su gloria. Era una mujer con un corazón que no le cabía en el pecho.
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