Aquella sala blanca bien podría tener algo más de 3 metros cuadrados. Una estantería blanca con dos puertas con llave en la parte baja, una camilla, una mesa y dos sillas enfrentadas, una para la doctora y otra para el paciente: en este caso yo.
Aquí estaba, buscando una explicación a lo que me estaba ocurriendo, esperanzada con que ella diera con lo que tengo, que me recetase un tratamiento y así acabar con mi angustia, mis dolores, mi impotencia...
Veía escribir a la doctora en el ordenador, en silencio, absorta en su trabajo como si yo no estuviese allí. Unos minutos antes me había pedido que le mostrara fotos de mis lesiones y a partir de ahí se puso a escribir.
Quizá tardó tres o cuatro minutos en redactar el informe, pero a mi se me hizo eterno. Habría averiguado lo que tenía o me derivaría a otra especialidad?
Por fin dejó de escribir y mientras se imprimía el informe me dijo:
"Angioedema por disminución C1-Esterasa.".
Anchama
Esta historia bien se podría decir que está basada en hechos reales, pero lo único de real aquí es la enfermedad.
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