Hacía tiempo que no escribía sobre terrorismo, pero estos días no puedo evitarlo.
Tras ver el viernes, como unos titiriteros de Granada, en Madrid celebraban los carnavales y su forma de ver la normalización en asesinar a un juez, violar a una monja, pegar un tiro a un policía y sacar una pancarta apoyando a Eta, no he podido callarme.
Es verdad que estamos en una democracia y tenemos libertad de expresión. Pero, ¿cuándo se traspasa esa línea para convertirse en delito?
Me parece de muy mal gusto lo que han hecho estos personajes, y más cuando va dirigido a un público infantil. Niños que son esponjas de lo que ven, de lo que escuchan, y si son unos títeres, verán como algo normal las atrocidades que escenifican estos individuos así como la delegada de cultura que los contrató.
A buen entendedor con pocas palabras basta, y es que en esta pancarta se está haciendo apología del terrorismo; tanto de Alquadea como de Eta.
A los que defienden la libertad de estos individuos, yo les preguntaría si opinarían igual si violasen a su hija, hermana, madre o por que no, a ellos mismo? Pedirían la libertad de expresión cuando se cachondeasen del dolor que es el ver a un familiar suyo asesinado por llevar un uniforme, por defender unas leyes, aunque no siempre estemos de acuerdo con el resultado?
Para mi, todos los que aprueban este tipo de comportamiento son igual de culpables que quienes lo hacen o los contratan.