Ayer hizo dos meses que dormimos a mi Coca. Dos meses, que parecen más de dos años, y es que quien tenga un perro y lo trate como a uno más de la familia sabrá de lo que estoy hablando.
La Coca era mi perra, pero son los perros los que eligen a sus dueños y decidió quedarse con mis padres en vez de venirse a vivir conmigo, por eso, luego me quedé yo con el Coco.
Ha sido una perra ejemplar, buenísima, aunque tenía su carácter. Muchas veces se hacía la dormida, roncando, para que no la molestara, y cuando se enfadaba, sacaba el labio de fuera.
La pobre, ha estado enferma desde pequeña y ha pasado por muchos calvarios. Sus bajadas de azúcar y ver que cada día estaba peor, es lo que nos hizo tomar una decisión tan dura, pero a la vez, creo que acertada.
Ahora estará en el cielo canino jugando con mi Coco y velando porque a su hija Rula no le pase nada.
Te echamos mucho de menos, Coca!
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