Han matado todas mis mariposas de un sólo cañonazo. No ha quedado ni una. El campo se ha quedado triste y gris, esperando que alguna oruga, vuelva algún día a ser una mariposa y vuelva a recorrer mi estómago.
La verdad, es que estas mariposas de ahora me gustaban, me hacían reir, y lo mejor que no eran molestas. La pena, que no hayan podido sobrevivir...
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