El pasado 24 de febrero, Emilio Gutiérrez destroza una Herriko taberna en su pueblo, Lazkao, porque días antes, ETA puso una bomba en la casa del pueblo, destrozando así su casa, la casa que había estado reformando con su padre para irse a vivir con su novia.
Este acto no lo realizó inmediatamente al atentado, sino después de una manifestación, donde comprobaba, que la clientela habitual de la Herrico taberna se burlaba y cachondeaba de los damnificados.
Por mi parte, decirle a Emilio Gutiérrez, que tiene un par de cojones, y que si todos nos uniéramos, estos asesinos o simpatizantes, se lo pensarían dos veces antes de jodernos la vida. Pero en mi País Vasco hay mucho miedo y nos callamos para no ser un asesinado más.
Lo único malo, que le veo a la actuación de Emilio, es que ha tenido que salir de su tierra para mantenerse con vida, y es una pena, pues los que queremos y defendemos nuestra tierra democráticamente tenemos que ser unos exiliados de ella, unos exiliados de Euskadi.
Y para colmo, luego se manifiestan esta gentuza (los radicales y abertzales) diciendo que es un acto fascista, y me pregunto yo, y lo grito, Fascistas???? Fascistas sois vosotros que a quien no está de acuerdo con vuestra ideología lo amenazáis, lo acosáis y queda o bien tener escolta para intentar salvar la vida, o salir del País Vasco. Es de cobardes, poner una bomba en el coche de un policía, guardia civil o militar solo porque están cumpliendo con su trabajo. Es de cobardes y asesinos poner una bomba en una casa cuartel o en la casa del pueblo y caiga quien caiga- Es de cobardes y asesinos, matar a un concejal por la espalda, todo por no apoyar a los que ahora se hacen llamar “Democracia 3 millones”. Eso no es democracia, y con esas mismas siglas, se pueden hacer llamar “Dictadura 3 Millones”, o asumes o mueres.
Esta gentuza, etarras, simpatizantes e informadoras son una lacra, y si nos uniéramos y tuviéramos los cojones de Emilio Gutiérrez, los podríamos exterminar como a las cucarachas. Ya estamos hartos.
El País Vasco es precioso, y por suerte, no todo el mundo es etarra.
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