Estamos en una sociedad donde el objetivo es tener de todo, ser el mejor, aparentar e intentar ser perfectos; pero no lo somos y a veces el intentarlo nos hace ser algo infelices.
Yo soy mucho de teoría, de que hay que ser buena persona, tener a tu lado a alguien que te quiera y te respete ( y viceversa), que el físico pasa a un segundo plano, que las personas necesitan una segunda oportunidad en la vida, etc, etc...y llega el momento de la práctica y todo se va al traste.
Te encuentras con una persona con la que estas superagusto y le empiezas a buscar fallos para alejarte de ella, y te debates entre lo que debes y lo que quieres y es muy duro.
Empiezas pensando que esa persona, tiene un pasado y que yo no tengo que pagar con su carga, pero ¿quién no tiene un pasado? Y si fuera al contrario, ¿no tendría yo derecho a una segunda oportunidad?
Aspiras a una persona con estudios, con un buen trabajo...y bajo de mis nubes, y me digo ¿Pero a qué aspiras? ¿y tú que eres? y te quedas con un igual que tú, que es como mejor se puede estar.
Seguimos con el dilema, de que esa persona no es mi ideal de hombre, aunque tiene bastantes cosas que sí me gustan, entre ellas su altura, corpulencia...y lo más importante su manera de tratarme. Y ahora pienso en lo que pueden pensar los demás, y me digo a mi misma que la que tiene que estar agusto soy yo.
Espero un hombre casi perfecto, de los que no existen, y ahora me he topado con uno, que aunque no es un Adonis, me hace sentir tan especial, que creo que es tiempo para dar y darme una segunda, tercera oportunidad.
Lo importante, ya no es tanto el físico sino como estoy a su lado. Lo que me hace reír, y volver a ser yo. Eso es lo que quiero, y lo demás lo tendré que ir sobrellevando o dejar pasar esta oportunidad.