A veces tenemos delante de nuestros ojos el tren de nuestra vida, pues nos llevará a ese viaje soñado, pero nos quedamos inmersos mirándolo, sin subirnos porque ya habrá tiempo.
Cuando el tren arranca, en vez de subirnos, seguimos pensando que hay tiempo y nos distraemos con cosas cotidianas, con personas que tropiezan con nosotros, con el olvido de un libro o una revista para el viaje, y decides ir a comprarlo, total ¡hay tiempo!
Y cuando vuelves, compruebas incrédulo que el tren se ha ido, y ahora es cuando te quieres montar, es cuando compruebas que es ese el viaje que quieres hacer y no otro, y coges tu equipaje y corres con todas tus ansías para alcanzarlo, para montarte, para hacer ese viaje que llevabas tantos años esperando, pero el tren hace rato que partió.
Los trenes vienen y van, pero si quieres viajar has de montarte en ellos. Quizás llegues a tu destino elegido o te bajes en cualquier otra estación, pero es necesario subirse a ellos, y más cuando han arrancado. Si no quieres viajar y eres un amante de los trenes, limitate a observarlos, a estudiarlos y cuando tengas claro embarcarte en un viaje elige tu tren, cárgalo con tu equipaje y disfruta del viaje.
Una vez que hemos dejado escapar el tren si lo queremos coger nos tocará cambiar de estación por si hace allí parada, arriesgándonos a que esto no ocurra.
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