Es difícil explicar los sentimientos que tengo desde ayer noche.
Increíblemente, salía de la cena inauguración de las jornadas de la AAVT, y nos enteramos de los atentados de París. Esto no hizo más que trasladarme unos años atrás, cuando fuimos a Vitoria las víctimas del terrorismo, invitadas por el Gobierno Vasco ( entonces el Lehendakari era Patxi López), a darnos un homenaje y a las horas hubo un atentado terrorista.
Intenté distraerme, hablar con otras víctimas que conozco de otros años, y no dejarme llevar por el dolor.
Cuando llegué a casa, si es verdad que me vine abajo, y me acordé de una amiga que se ha ido a Francia a vivir y me entró pánico.
Un atentado terrorista, te reabre tu herida, no puedo explicar con palabras lo que siento, sólo que se me nublan los ojos de lágrimas y es como si me cogieran el corazón y me lo apretaran.
Me he levantado muy mal físicamente (quizá hoy sean más psicosomático) y mal animicamente.
Hoy en las jornadas todas las asociaciones han condenado esta barbarie. Hemos tenido nuestras charlas, más breves, pero me quedo con lo que ha dicho el estupendo equipo de psicólogos y psiquiatras en que es normal que sintamos dolor, que se nos abran las heridas y las entrañas.
Por suerte, poco a poco, mi cabeza se ha ido concentrando en las jornadas, las charlas, la convivencia con "mi familia del dolor" ( otras víctimas del terrorismo) y he terminado la noche, dialogando con el maravilloso equipo de psicólogos y psiquiatras, que gracias a estos facultativos, la vida nos es más llevadera.
Mañana, domingo, como víctima del terrorismo de Eta ( lo pongo así para no darles más importancia), delegada de la Avt en Sevilla y sobre todo como persona, estaré a las 12 de la mañana en la puerta del Ayuntamiento de Sevilla demostrando mi repulsa a los atentados terroristas.