Hace unos meses que soy la delegada en Sevilla de la Asociación
Víctimas del Terrorismo (AVT), en primer lugar porque soy víctima del
terrorismo y en segundo lugar porque deseo ayudar al resto de víctimas
en todo lo que pueda.
Muchas personas, incluso amigos, se han enterado de esta condición
que ninguna de las víctimas hemos pedido tener, al ver los pequeños
pasos que doy a través de la AVT y los temas que voy publicando en mi
muro de una red social. La mayoría preguntan con pudor por qué estoy ahí
y se interesan por saber quién fue el miembro de mi familia que murió,
porque siempre que se piensa en terrorismo, se piensa en muerte, en
asesinatos. Pues bien, hay otro grupo de víctimas que también somos
víctimas del terrorismo, y que, por suerte o desgracia, seguimos vivas.
Digo por suerte o desgracia, porque la vida de una víctima del
terrorismo se rompe cuando pasa por éste acontecimiento traumático. A
las víctimas nos quedan secuelas, muchas veces físicas y casi siempre
psicológicas, pues es difícil asimilar que quieran matarte por tu
trabajo, por tus ideales, o simplemente, por estar en el sitio
equivocado a la hora equivocada. Te culpas de no haber cogido otro
camino, por no haber ido en autobús o andando, en vez de en tren ese
maldito día.
Muchas personas, cuando saben que eres víctima del terrorismo y que
aparentemente se te ve bien, normal (porque somos normales), te
preguntan que para qué quieres ser víctima del terrorismo. Otros, que lo
que tenemos que hacer es olvidar y vivir nuestra vida, a lo que yo
siempre respondo, que una víctima del terrorismo nunca quiere serlo, es
un "sambenito" que nos han colgado y como lo somos, tendremos que tener
los derechos que la ley dice. Como es lógico, todas las víctimas vivimos
nuestras vidas lo mejor que podemos, pero no podemos evitar, a veces,
que se abran nuestras heridas cuando vemos a nuestros asesinos salir
antes de tiempo de prisión gracias a la dichosa doctrina Parot, cuando
vemos a asesinos disfrutar de una libertad que no les corresponde, como
por ejemplo a Bolinaga...
Por eso, lo mejor que podemos hacer, es estar unidas, porque entre
nosotras nos entendemos, y aunque cada cual tenga el dolor que tenga, no
somos ni más ni menos por estar vivos o tener un familiar asesinado.
Somos personas normales a las que nos ha tocado vivir parte de la
"Historia Negra" de España.
Angélica Chaparro
Delegada en Sevilla de la AVT
18/08/2014
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