El lunes 21 de enero, tuve que sacrificar a mi Coco. Ha sido una de las decisiones más dificiles de tomar, porque no quería quedarme sin él (de manera egoísta), pero por otro lado, no quería que sufriera, y más sabiendo que lo que tenía le comía por días, por momentos.
El 16 le hicimos una ecografía y nos confirmaron lo que me temía; tenía cáncer con metástasis, asi que ya sabiamos que sus días estaban contados. Nos dieron de 3 a 4 meses de vida, pero yo sabía que no iban a ser tantos, si acaso un mes. Pero nos mandaron un tratamiento para el dolor, y no hizo efecto, estaba más avanzado de la cuenta.
Cada vez que lo miraba era un sufrimiento, ver como se marchita, como depende de ti para todo, ver sus huesos, que no tiene fuerza para andar, para comer, beber...estaba sufriendo él y nosotros. Yo no podía verle asi, era superior a mi.
El sábado le llevé a la iglesia para que le bendijeran por San Antón (el patrón de los animales), y me dió mucho gusto, pues lo necesitaba.
El lunes, antes de llevarle al veterinario, se estuvo quejando, pero curiosamente, cuando llegó a la sala de espera del veterinario, se relajó, parece que estaba pidiendo descansar del sufrimiento. Estuvimos con él hasta última hora. Lo bueno, que no sufrió, y ya no sufre, pero es muy duro dejar allí a un amigo.
Y más duro aun es llegar a casa, y ver que él no está esperándote, que te falta su presencia, su compañía, que esa sombra que tenias ya no está, y cuesta superarlo...
Echo tanto de menos a mi perro!!!
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