Este año está siendo duro para muchas de mis amistades porque sus padres están enfermos o han fallecido. Y eso me ha llevado a preocuparme más de la cuenta, y con cierta razón.
Yo nunca he pensado que mis padres se puedan morir, aunque es ley de vida que ellos por edad fallezcan antes que yo como hija, pero es verdad que vamos cumpliendo años y nos vamos haciendo mayores; yo entrando en la edad adulta y ellos en la edad madura o tercera edad. Si además de esto, añadimos sus enfermedades como diabetes o colesterol más las enfermedades que se van adquiriendo con la edad tenemos un caldo de cultivo perfecto para que en cualquier momento me quede sin ellos.
Intento consolarme con que dos de mis abuelos, uno paterno y otro materno, fallecieron de muy mayores, pero por el contrario los otros dos fallecieron antes de los 70 años, y es la franja que tienen ahora mismo mis padres, así que sin querer ya empiezo a preocuparme por este tema.
Y es que no me imagino mi vida sin mis padres, y eso que estoy independizada desde hace mucho y soy muy independiente, pero el saber que están ahí me reconforta.
Por eso quiero disfrutar de ellos, aunque sea con dosis mínimas de visitas, tomar café alguna que otra tarde, salir a comer o cenar cuando el trabajo y la economía lo permitan, pues lo que no haga ahora cuando están vivos no podré hacerlo luego, y entonces no quiero llevarme las manos a la cabeza y lamentarme por el tiempo perdido.