El viernes 16 de julio, me enteraba que el vicario asesinado en Sevilla el día antes, y del cual yo había retwiteado la noticia, era D. Carlos, el cura de mi parroquia de cuando me vine a vivir a Sevilla, y con la que compartí muchos momentos de mi vida, por lo que siempre tendrá un hueco
en mi corazón.
La noticia me quedó consternada, pues aunque lo lees, nunca llegas a pensar que es una persona que te toca tan de cerca.
Carlos, era el cura de mi iglesia, El Espíritu
Santo de Mairena del Aljarafe. Él me dio al menos un curso de
confirmación, compartimos muchas oraciones en la cripta, noches de
Pascua y Pentecostés. Hubo un tiempo en el que perdí la fe, y la recuperé
en una convivencia en Pilas, recuerdo como bautizo y dio la Primera
Comunión a una chica adolescente, en
vaqueros...Estuvo presente en mi confirmación. Y recuerdo también,
cuando le cambiaron de parroquia y entre todos juntamos dinero y le
regalamos un viaje a Jerusalén, a Tierra Santa.
El sábado fui a su funeral, es lo mínimo que podía hacer por una persona que ha dedicado parte de su vida en guiarme y en ser participe de ser quien soy hoy en día. Fui sola, sin saber llegar, pero guiada por un callejero, y llegué justa de tiempo porque me perdí, pero lo importante es que fui.
El funeral se celebró en San Leandro, donde él era el párroco desde hace años. Me sorprendió que en el altar, había más de 12 sacerdotes, y abajo también. Me gustó mucho que la misa la oficiara el Obispo de Sevilla, que contuvo las lágrimas hasta el final. No me sorprendió ver la iglesia llena y gente ocupando la calle para dar el último adiós a D. Carlos, que era muy querido por la gente que le conocíamos.
Pienso que nadie debe de morir así, asesinado por otro, y menos Carlos, que perdió la vida por defender la vida de su sobrina, que era Víctima de Violencia de Género.
Aunque él era un hombre, y cura, ha muerto por Violencia de Género, y creo que la sociedad, y más las asociaciones de Violencia de Género le deberían de haber dedicado un minuto de silencio.
D.E.P. Carlos