Aunque llevo mucho tiempo sin escribir, mi primera entrada del año se la quería dedicar a mi Coco.
El día 21, hizo dos años que le dormimos, dos años que estoy sin él, 2 años echándole de menos.
Es increible, lo que para algunos es simplemente un perro, para otros se nos llega a convertir en uno más de la familia, un amigo fiel, y un inseparable.
El otro día, viniendo del trabajo, como casi todos los días, me acordé de él, y se me cayeron las lágrimas. Veía gente andar, por un paseo por el cual nunca fuimos, pues fue cuando se puso "malito", y me apetecía desahogarme, andar, liberar mi tensión. Pensé en llegar a casa, ponerme el chandal y los botines, pero me faltaba él, porque con él, aunque no me dijera una sola palabra, no me sentía sola.
Sé que ahora estará con su madre, y que estará esperando, a que algún día lejano, nos encontremos, pues él era mi guardian.
Por mucho que pasen los años, no le voy a olvidar. Fue un perro increible. Te quiero Coco.