Una vez fui una marioneta de trapo, tirada en la esquina de una habitación. Me costó años cortar esas cuerdas y ponerme en pie. Y muchos más volver a caminar.
Hoy vuelvo a ver de cerca esas cuerdas que te atan. No son las mismas, no. Son otras, más nuevas pero con el mismo cometido.
Hoy tengo ganas de correr y que no me cojan esas cuerdas, pero yo, sólo sé caminar.
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