Llevo desde el viernes mala. Creo que es la gripe, pues aunque me sentía mal y me tomé mi paracetamol de un gramo, a eso de la una y media del mediodía empecé a temblar y a tener mucho frío a pesar de tener la calefacción. Terminé mi jornada de trabajo, para que no me descontaran el día y me dieran de baja el fin de semana, y me vine a casa a descansar.
Por la noche, me subió la fiebre a los 40 grados. Esta vez no deliré, aunque estuve en puertas del delirio. Lo que sí, tuve que cambiarme dos veces entera de ropa, porque las empapaba en sudor. En menos de medía hora, de lo que sudé bajé 3 decímas.
El sábado creí que iba a estar mejor, pero todo era una ilusión; seguía con 38´5 de fiebre, me dolían todos los huesos, y ahora se unía a mi un lígero malestar gastrointestinal. Por la noche, no pude dormir, porque no sabía cómo ponerme para aliviar el dolor.
El domingo seguía con fiebre, y el malestar gastrointestinal había cogido confianza y fuerza y se había apoderado de mi cuerpo. Era lo que me quedaba para rematar el fin de semana.
El lunes, a duras penas y sin muchas ganas fui a trabajar. La mañana me cundió, pero al terminar la jornada, un punzamiento al estomágo y doblada para casa. Volvía a estar tirada en el sofá, menos mal que ya no tenía fiebre.
Y hoy, pues no iré al trabajo, ya que se opera mi padre del tabique nasal. Estaré más relajada, más descansada y espero que mejor, pues estoy agotada con "esto" que tengo encima.
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